septiembre 09, 2009

La familia no es sagrada

La familia no es sagrada.
Tampoco es idílica.

Las hay vulgares, groseras, incapaces, chabacanas, grotescas, agresivas, violentas, autómatas, invasoras, estrechas, privadoras, deformantes, incurables, despreciables y perversas.

Familias con estas características buscan complicidad, consentimiento y servidumbre en sus integrantes, obstaculizando el desarrollo individual y provocando un visible y progresivo deterioro educativo y cultural.

Estas familias exigen a sus miembros el cumplimiento de varios mandatos:

1) Repetir incesantemente lo mismo.

2) Cumplir sin cuestionar los preceptos, tradiciones y prejuicos enseñados.
3) Abstenerse de aspirar a la autonomía personal.
4) Mantener la estructura familiar sin alterarla.

5) Ignorar los conflictos conscientes e inconscientes.

El Psicoanálisis, frente a este tipo de familias, tan poco sagradas y más cercanas -por sus alienantes dificultades- a un espacio tormentoso y demoníaco, tiene mucho para brindar. Es eficaz con aquellas personas que quieren independizarse de sus familias de orígen, contribuyendo, de este modo, a establecer a través del amor y la comprensión, la sana diferencia.

El Psicoanálisis opera a modo de una "familia saludable" que identifica los conflictos y trabaja para estimular la capacidad intelectual y emotiva, las fortalezas, las destrezas, el entusiasmo, la integridad, la confianza y la creatividad, de aquellas personas, que por su pertenencia a una familia enferma, han aprendido a someterse a las intrusiones y demandas familiares, y que si bien quieren salir de allí, no saben cómo hacerlo.

El Psicoanálisis estimula la autonomía individual y distancia a las personas de los flagelos enfermantes.