septiembre 06, 2009

El trabajo del Psicoanalista frente a la pérdida de seres queridos

abriendolatas


La persona amada que ha muerto ya no está. Se fue. Se ha ido para siempre. No aparecerá de repente. No se pondrá de pie ante nosotros. No recuperará su vida.
La muerte es irreversible. Ese límite que impone la muerte, trae en los vivos que han sufrido una pérdida irreversible e irremediable, un intenso y permanente dolor. Algo ha sucedido. La vida les ha cambiado por completo.
La vida pesa porque hay pesar.

Qué hace un psicoanalista en estos casos?

En principio, no forzará el olvido. No intentará en la persona que lo consulta, sea un niño, un adolescente o un adulto, una falsa animación. Será, en cambio, un referente comprensivo, un sostén, que ayudará y acompañará a soportar la tristeza. Funcionará de soporte y al mismo tiempo soportará.

Este trabajo que llevará a la recuperación de quien lo consulta, requerirá un tiempo que será distinto para cada caso. No todas las personas son iguales, ni necesitan un mismo tiempo, para salir del período de duelo.

De todos modos, el psicoanalista sabe por su experiencia clínica, que su buena labor no podrá impedir el dolor permanente por la pérdida. Sí podrá atenuar la desesperanza y las ideas autodestructivas de su paciente y sin subestimar los efectos de la pérdida, poder contribuir con el trabajo de análisis, para que poco a poco, el paciente al entender qué perdió, con esa pérdida, pueda ir saliendo del hondo malestar, y sea capaz, aún con gran dificultad, de ir recuperando la vitalidad perdida.