septiembre 25, 2009

La exigencia de tener que ser el número 1

abriendolatas

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No es lo mismo el deseo de ganar que la exigencia de tener que ganar.

No es lo mismo un deportista que entrena y aspira a la victoria con deseo y vitalidad, a aquel otro, que tiene la exigencia de ganar. En el primer caso, el deportista está más cerca de la vida. Es más vital. En cambio, en el segundo caso, el deportista se verá obligado a cumplir una exigencia que le resulta mortificante: tiene que ganar.

Este imperativo resulta mortífero y aleja al deportista, llamativamente,
de la alegría de entrenar. El deportista no puede hacer otra cosa que cumplir.
Tiene que cumplir con ese imperativo. Tanta exigencia, vulnera al deportista, que aún con sus talentos y destrezas, y siendo uno de los mejores en la cancha, se lesionará, como un modo simplificador e ineficaz, de burlar a la exigencia.

La lesión, lo apartará de la cancha un tiempo, pero no lo apartará de la crueldad de su exigencia. La ferocidad de este mecanismo psíquico, mortificará aún más al competente deportista y lo frustrará. "Curada" la lesión, retomará su actividad física, volverá a competir, pero se verá sorprendido una y otra vez, cometiendo errores u omisiones que lo inhibirán gradualmente y lo dejarán, otra vez, fuera de la cancha. De este modo, comienza un alarmante circuito, que dejará al deportista en una encerrona personal.

La demanda mortificante de pretender ser el número 1 y la necesidad de eludir todas las dificultades que interrumpan esa meta, tarde o temprano, terminarán enfermando al deportista, psíquica y físicamente, y lo alejarán de la cancha.

La intensa exigencia condicionará su juego. Lo empobrecerá. No lo mejorará. Cuanto más severas sean las exigencias, mayores serán los castigos que el deportista se auto infligirá. Mostrará su sintomatología en público.
Pasará del aplauso al abucheo.
Depositará su frustración en la cancha. No podrá contenerse ni transformar.
No podrá soportar tanto peso. Ni el físico ni la cabeza, le responderán.

Sólo si el deportista entiende que gana intentando jugar "lo mejor posible",
tendrá la posibilidad de disfrutar su juego y de ganar con menos tropiezos;
más consolidado y posicionado como sujeto. Por eso, es importante destacar,
que el entrenador físico, para un deportista, es fundamental.
La contribución de un psicoanalista, también.