El tirano tiene una personalidad manipuladora.
Es controlador, intolerante, imperativo y marginal. Agresivo, humillante y burlador.
Jamás reconoce sus errores y culpa de los mismos a los demás. Maneja a las personas a su arbitrio y antojo. Por eso, es que siempre produce angustia. Su táctica, es la victimización.
No es confiable. Nada de lo que diga es creíble.
Su disfraz es el cordero. Su esencia, el lobizón.
Aquél que caiga en su trampa, estará en riesgo de perder su equilibrio psíquico.
De este tipo de personalidades, es conveniente tomar distancia para escaparle a su odio e intento de dominio y evitar, de este modo, ser afectado por su anhelo de doblegar, sin piedad, a todas las personas.
