febrero 12, 2010

Dime como tratas a los demás y te diré quien eres



IDENTIFICACIÓN PROYECCIÓN
La identificación es el proceso psicológico, a través del cual, una persona tomando como modelo al otro, se apropia de un aspecto o un rasgo de ese otro, y se percibe a sí misma, de ese modo. La persona que se identifica, percibe una similitud con aquello, aquél o aquella, con lo cual se identifica.
A modo de ejemplo, una persona que se identifica con un perro, probablemente tenga de sí misma, la percepción de ser una figura pequeña, débil, inestable, dependiente y pobremente integrada psíquicamente.

De un modo más profundo, sentimientos de insuficiencia, inadaptación, resentimiento, impotencia y ansiedad, serán estados afectivos duraderos, que acompañarán -a la persona que se identifica con un perro-, en su actitud, sus intereses, sus hábitos y orientarán todo su comportamiento. Si además, esta persona es una persona que roba, la precaria percepción que tenga de sí misma, le generará hostilidad, agresión y tendencia a escapar, cuando las situaciones se tornen intolerables. Estas personas, generalmente de bajo nivel intelectual, sin seguridad emocional ni afecto, tienen por mecanismo psíquico, trasladar la hostilidad y la agresión, que la ineficacia de su conducta les genera, fuera de su propia persona. De este modo, la hostilidad y la agresión, la dirigen contra los demás. Intentan así, situar en el afuera, el origen de su intenso malestar. Por consiguiente, se presenta un cuadro clínico complejo, que se agrava, cuando a la identificación al perro, entra en la escena el mecanismo de proyección, operación psíquica, por medio de la cual, la persona identificada con un perro o con algún aspecto de él, expulsa de sí y localiza en los otros, aquello que no reconoce o rechaza de sí mismo. En consecuencia, el énfasis estará puesto en menospreciar a los demás, y tratar a esos otros, con la misma preocupación y ansiedad subyacente, que se siente por sí mismo. De este modo, se trasladará a los otros, la precaria imagen psíquica que se tiene de sí mismo. Siguiendo con el ejemplo del caso mencionado: quien se identifica con "un perro", lleva una "vida de perros" (mísera), o tiene por hábito "meter el perro"(engañar), tratará a los otros -a través del mecanismo proyectivo- del mismo modo. Considerar a los otros como perros; la señal que son perros - los de "afuera"- explica entonces, que lo intolerable de "adentro", ya ha sido puesto "afuera" y ladra. Los perros ladran "afuera".
Esto supone un autoengaño, porque, por las señales que hemos visto, el perro está "adentro" y ladra "adentro". Sucede, que por el mecanismo de proyección, la angustia interior, se expulsa afuera y se convierte, de este modo, en un peligro exterior. El peligro ya no está adentro. El peligro está afuera. En consecuencia, el mundo externo, será visualizado y percibido, de ahora en más, como peligroso y amenazante, producto de operaciones psíquicas, que tienen por objetivo, desconocer y rechazar, los peligros, la hostilidad y las amenazas, que habitan en el interior del sujeto.