enero 01, 2010

Tensión y distensión

decisivoabriendolatas


La vida es tensión. La muerte, en cambio, es la ausencia de tensión, al menos para aquél que está muerto. No así para aquél que queda vivo.
A éste, si el muerto era querido, la tensión le aumenta. En cambio, si el que murió no era querido, y además alienaba al que queda vivo, e impedía su constitución subjetiva, la tensión que se puede haber padecido en vida con aquella persona, ahora, que finalmente ha muerto, disminuye. La muerte de personas muy conflictivas, generará como efecto, en el allegado que queda vivo, un poco menos de tensión que cuando el muerto estaba vivo, y en ese caso, ese poco menos de tensión, traerá un alivio esperado y necesario.

En estos casos, la disminución de la tensión en la persona que sobrevive al muerto, no supone una disminución de su vitalidad, sino, por el contrario, siempre será la expresión de un signo saludable, que posibilitará la conquista de una nueva posición subjetiva, ya que, quien queda vivo, sin la presencia de la persona conflictiva, tendrá la oportunidad de comenzar a modificar libremente su vida, podrá desprenderse de las elecciones forzadas y de la cosificación a la que se sentía sometido mientras estaba vivo, el que hoy, está muerto. De este modo, lo anterior, ya no tiene motivos para seguir vigente. Un psicoanalista experimentado, ayuda mucho y contribuye, con la idoneidad de su práctica, a transitar con decisión, este decisivo pasaje.
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