Los padres construyen y orientan la realidad de sus hijos. Los hijos aprenden aquello que sus padres les enseñan. En consecuencia, los problemas que aparecen en el desarrollo educativo de los niños, se vinculan directamente con los problemas de los padres. Los padres, por ignorancia, desorientación o negligencia, son responsables del sufrimiento de sus hijos. Algunos padres no alientan ni las iniciativas, ni la creatividad, ni la espontaneidad de sus hijos. Muchas veces, exigen de sus hijos sumisión y la adopción de un carácter exageradamente adaptativo a las dificultades de ambos padres. El niño, de este modo, desde su muy temprana infancia, comienza a padecer en su persona, la neurosis de sus propios padres, de la cual éstos son portadores, aún sin quererlo, previo al nacimiento de sus hijos. Los problemas psíquicos de los padres no ayudan a crecer saludablemente a sus hijos. Con frecuencia, los padres se sienten incapaces de reaccionar de forma adecuada frente a los diferentes comportamientos de sus hijos. No pueden intervenir a tiempo ni con conductas amorosas ni con palabras virtuosas que estimulen la integridad, la confianza y la fortaleza de sus hijos.
Estos padres tienen una maravillosa oportunidad de revertir sus propios mecanismos neuróticos a través del psicoanálisis y de este modo, a partir de la construcción de su propio bienestar, poder ofrecerle a sus hijos, una evolución saludable.
