marzo 12, 2010

Solidaridad de la fe y solidaridad de la ciencia

Laura María Ventura


Las personas solidarias, que no están formadas científicamente para la comprensión y resolución de la complejidad del comportamiento humano, hacen uso de una práctica inoperante e impropia. La buena intención y la buena fe del solidario inexperto, no sólo no alcanza y es insuficiente, sino que representa una vía impropia. Representa, además, un obstáculo y un componente inútil para la resolución de los problemas humanos. La solidaridad "no docta" no sabe ni de abordajes ni de decisiones efectivas. Desconoce la presencia del inconsciente y al desconocerlo, no sabe como abordarlo e interpretarlo. Esta ignorancia, estorba y resulta inocua para la solución de los problemas. Cabezas y manos inexpertas, no contribuyen a avanzar el paso. La solidaridad llana, es una pretensión que resulta totalmente incompatible con la ciencia. Es un arma temible que -por desconocer los signos y distorsionarlos-, perpetúa la creencia, el prejuicio, el tabú, el mandato, la culpa y la idea del pecado. La solidaridad que sólo se apoya en la creencia y en la fe, es ajena a la posibilidad de pensar porque pronuncia frases, que intentando ser benévolas, son absolutamente insensatas.

Por el contrario, el científico ama el pensar. Es por eso, que la importancia de la formación científica resida en que permite una rigurosa lectura de los fenómenos. De este modo, la presencia de la ciencia resulta esencial para la comprensión de las conductas que se intentan estudiar, analizar y resolver.
La ciencia aprecia el estudio de los fenómenos. Su especialidad radica en la observación, análisis, formulación y deducción de los mismos, con el firme propósito, de lograr teorías y prácticas que por -oportunas y adecuadas-, puedan y sepan ayudar a las personas. El científico también es solidario. Pero aquello que lo distingue y diferencia de aquél, que sólo se apoya en la voluntad de ayudar, es su conocimiento, su formación y su experiencia científica. El científico no se apoya en la fe. De allí, que los efectos que producen unos y otros, en las personas, sean tan diferentes. El solidario inexperto, podrá ayudar un poco, desde la buena fe y la buena intención, pero no conseguirá generar las modificaciones profundas, que las personas necesitan para avanzar y crecer. En cambio, la formación del científico, al contribuir en la correcta interpretación de los signos, las señales y los síntomas, impide su repetición y propagación. Su solidaridad es transformadora.
Laura María Ventura
Si Usted tiene problemas, necesita analizar su vida y modificar algunas cuestiones, vaya a un psicoanalista. No es la iglesia quien contribuirá con usted para alcanzar tales objetivos. En la iglesia lo harán obedecer, arrodillarse, rezar y repetir -sin sentido-, palabras y mandatos. Lo harán invocar al Padre nuestro -absoluto y todopoderoso- que está -lejos- en el cielo, al hijo, al espíritu Santo, y le mostrarán imágenes obscenas de un Cristo sufriente en la cruz. Le enseñarán a ser piadoso, solidario y a ayudar al prójimo; aunque usted no sea ni causante, ni culpable ni responsable de los problemas de ese prójimo. En fin; todas cuestiones que lo llevarán a usted, gradualmente, -en el caso de que usted insista en que la cura para su malestar está en ese lugar-, a su propia crucifixión. Es eso lo que usted busca? Un hombre fijado con clavos a una cruz? Verdaderamente usted considera que ese es un ejemplo a seguir? Obediencia, sumisión y esclavitud?
Laura María Ventura
Un psicoanalista, en cambio, nada de eso pretenderá de usted. Un psicoanalista lo ayudará a usted a desclavarse de su propia cruz, a salir de su inmovilidad y a conseguir su propia autonomía. Lo ayudará también, a enderezar su vida y a enderezarse en su vida. Contribuirá para que usted pueda hablar por sí mismo. Si usted quiere, podrá hablar de su padre -el que esta más cerca, -acá en la tierra-. Podrá hablar de usted como hijo o de su propio hijo. Con el psicoanalista, usted podrá hablar de lo que quiera. El psicoanalista no lo juzgará. No mide las cosas del mundo por lo que está bien o está mal. Tampoco lo pensará a usted como poseedor, o no, de un espíritu santo. Al psicoanalista, lo que le importa, es que usted pueda producir -desde su espíritu-, un sentido a su vida que sea fecundo y próspero, y que lo aleje del dogma y de lo impuesto. Contribuirá con usted para que usted se libere de la alienación.
Laura María Ventura
La cura que usted busca no la encontrará con los curas. Allí, usted escapará una vez más y no afrontará sus dificultades. La cura que usted busca y pretende, sólo la encontrará en la travesía que usted emprenda, junto al sostén civilizado, de un buen psicoanalista.
Atrévase !
Laura María Ventura