septiembre 08, 2009

Chicos en la calle. Una mirada psicoanalítica


Quisiera contribuir con un aporte profesional en relación a aquellas políticas gubernamentales focalizadas en la pretensión de reinsertar a los chicos de la calle a sus familias de orígen con el propósito de evitar que estos niños permanezcan en la calle y alojarlos donde "pertenecen".

Ahora bien, estas políticas probablemente intenten atender el tema. La cuestión es el modo de abordaje de las mismas.
Es eficaz? Se hace un buen diagnóstico de la situación? Se le otorga un oportuno tratamiento al tema? La respuesta es No.

Las políticas gubernamentales actuales frente a esta dramática situación sólo intentan "enderezar" ligeramente lo que está "torcido" o pretenden atenuar vanamente mediante políticas absurdas y negligentes algo que exige ser pensado profundamente. La cuestión central es que lo importante no debe ser tratado con levedad. Tampoco con irresponsabilidad.

El tema de la reinserción de los chicos de la calle a sus familias biológicas debe ser pensado por políticas serias para que la intervención profesional tenga efectos reparadores y duraderos en estos niños.
Mi inquietud profesional tiene por objetivo, expresar la importancia de no ir ilusos, con la idea de reinsertar a aquellos niños, allí, donde previamente han sido expulsados.

No siempre el contexto familiar es una "unidad de salud".
Muchas veces, los padres, están severamente enfermos, psiquiátricamente enfermos y alojan en su propia estructura, conductas enfermizas, donde el desamor, la desatención y el descuido son comportamientos constantes. ¿Qué garantía tenemos entonces, de que un niño que ha sido previamente expulsado de su familia, sea alojado nuevamente?
Más bien, todo indicaría lo contrario.
Una vez que ese chico ha sido expulsado de su hogar, esa conducta tiende a repetirse en los padres. De qué modo establecer una diferencia entonces? Cómo evitar la repetición? Es posible?

Seguramente habrá algunos padres, que no están tan enfermos y que aún en su inexperiencia, y a pesar de presentar conductas expulsivas con sus hijos, elijan cooperar y puedan capitalizar la ayuda que las políticas de estado puedan brindarles, si les llega en el momento y en la forma oportuna.
Otros padres, en cambio, severamente perturbados, tenderán de un modo permanente a alterar la armonía familiar, expulsarán a sus hijos y a la ayuda gubernamental y harán cargar a los hijos con los efectos patógenos de su propia patología. Es importante entonces, en relación a los chicos de la calle, pensar a cada chico, tal como éste es afectado por el tipo de progenitores y por la enfermedad que haya en éstos.

Es preciso aclarar lo siguiente.

No todos los padres permiten que sus hijos estén en la calle. La mayoría se abstienen de permitir esto. Pero también es innegable que son muchos los padres que expulsan a sus hijos y que son crueles y violentos con ellos.
La calle, para estos niños, terminará siendo un lugar de desamparo, pero un desamparo más leve y menos peligroso que aquel que encuentran en la cotidianeidad junto a sus padres. Suponer entonces, como he escuchado por allí, que la reinserción de estos chicos a sus familias de origen, permitiría un "fortalecimiento de vínculos" no sólo es absurdo sino que además, responde a una gran limitación de los funcionarios en cuestión, cuyos resultados, de llevarse a cabo dichas políticas, estarían condenados al más estrepitoso fracaso. Por eso, la pericia de especialistas, de Psicoanalistas expertos en estos temas, es fundamental. Permite afrontar el tema desde su formación profesional y garantizar, de este modo, al distinguir unas familias de otras, los resultados deseados. En cambio, el bla,bla,bla, la solidaridad y las buenas o "interesadas" intenciones de personas no doctas y ajenas al problema en cuestión, inexpertas en la modalidad de una práctica adecuada, resulta insuficiente y contraproducente para el porvenir saludable de estos niños.

Un niño en la calle es un niño sin hogar.
Un niño en la calle es un niño no querido.

Por eso, poder hacer y saber hacer, frente a la inevitable frustración y angustia que se presenta en estos casos cuando todos los esfuerzos parecen no ser suficientes, es fundamental. El psicoanalista idóneo, entiende que "volver" a la familia de orígen, para estos niños, lejos de constituirse en la posibilidad de "edificarse" y "construirse" a sí mismos, propicia su propio derrumbe, y potencia su posterior tendencia antisocial.