julio 16, 2010

Zapatero a sus zapatos

Laura María Ventura

La ardua formación académica del abogado o del médico no los califica como profesionales, idóneos y aptos, en la comprensión y
abordaje
de los fenómenos psíquicos.
La escasa formación e información de los motivos inconscientes que causan el comportamiento humano, impide a estos profesionales, ver con claridad y enfrentar -adecuadamente- los problemas de las personas, para poder adoptar las correctas decisiones.
Ante la insuficiente preparación, desconocimiento e incertidumbre frente a las
manifestaciones del psiquismo humano -médicos y abogados- intentan llenar el vacío, con artificios y excesos verbales, que se alejan groseramente de la verdad y que -condenan a las personas- en lugar de corregir, mejorar o liberar.
Cuando las leyes pretenden ser sancionadas por idiotas, prejuiciosos, degenerados o decrépitos, se genera un efecto destructor sobre los hombres y mujeres que, seguramente, aspiran y anhelan algo mejor para sus vidas.
En consecuencia, el peligro que se instala es que -en nombre de la ley- se esconda el deseo de defraudarla y que -en nombre de la salud- se perpetúe el deseo de sacrificarla.
Sólo un psicoanalista posee -en su formación y en su práctica- el valioso instrumento para acceder a aquello que otros profesionales -por su ignorancia- respecto de la complejidad de los fenómenos psíquicos, no acceden.
Sólo un psicoanalista está capacitado -por su formación científica- a ir más allá de las evidencias visuales, y de este modo, poder afrontar, comprender, resolver, aliviar y conceptualizar -con idoneidad- los problemas derivados del psiquismo humano.
Un psicoanalista no desconoce que mantener a las personas en un nivel demasiado bajo, limitarlas a lo predeterminado, conservar y perpetuar -con sello de ley- aquello que hace tiempo debe perecer, no es saludable para nadie.