Habitualmente, se le adjudica a la palabra represión, un sesgo negativo, por su gran vinculación a cierta característica hostil, rechazante y punitiva. Si bien la sola mención de esta palabra, para muchos, resulta conflictiva, en tanto se la asocia a la acción, que parte generalmente del poder, con el propósito de contener, detener o castigar con violencia, actuaciones políticas o sociales; resulta oportuno recordar, que la palabra represión, también refiere, a aquel mecanismo psíquico defensivo, considerado un mecanismo valioso y necesario, al cual una persona saludable y en su sano juicio, recurre, para frenar su agresión o su propio descontrol. La agresión o el descontrol, de persistir, sin la intervención del mecanismo de la represión, pondrá en riesgo la vida de las personas. No es posible la vida, sin el mecanismo de la represión. Sin represión, la cárcel y la muerte trágica, serán un destino seguro.
