
El Psicoanálisis ayuda a la mujer a elevarse genuinamente
sin que ella necesite montarse en incómodas alturas de ficción.
El objetivo de este blog es ayudar a las personas a vivir mejor difundiendo la poderosa capacidad del psicoanálisis como vehículo de transformación personal.
Hay quienes eligen. Otros, más débiles, se someten.
En ambos casos, hay responsabilidad e implicancia personal en lo que se hace, pero según sea el caso -de aquél que elige- y -aquél que se somete-, se obtendrán resultados diferentes. Quien elige, se sentirá liberado, ya que habrá elegido de acuerdo a su deseo y a genuinas motivaciones personales. Quien se somete, también elige, pero elige obedecer y condicionar su elección. Quien se somete, elige sentirse forzado, y obtendrá como resultado, su propia cárcel, su condena y su alienación.
Habitualmente, se parte del erróneo supuesto que el sujeto enfermo es un ser indefenso. Si bien esta afirmación es cierta, también es cierto que esta afirmación supone una verdad relativa. Detrás de un sujeto enfermo hay un manipulador. El enfermo se victimiza con su enfermedad, y es allí, donde éste se constituye en victimario, porque -con sus síntomas- molesta al otro, fastidia, golpea la tolerancia y provoca lo peor.
Cuando esto sucede en el ámbito de una pareja, el partenaire enfermo, tal vez de un modo inconsciente y sin quererlo él concientemente, al interponer la enfermedad -entre él y su cónyuge- esté buscando alejar a su pareja, molestarla o hacerle la vida más difícil. Esto, naturalmente resulta agraviante para el partenaire “sano” ya que éste advierte que paulatinamente se va reemplazando el amor, como el modo de relación esperable entre ambos partenaires, y en cambio, es la enfermedad la que va adueñándose pesadamente de la escena cotidiana de la pareja. De este modo, la enfermedad va sustituyendo y ensombreciendo al amor.
Esto, naturalmente, no será inofensivo para la pareja. Traerá efectos. Es por eso, que no resulta raro observar, que la frecuente sintomatología de uno de los cónyuges, generalmente genere episodios de violencia en el otro cónyuge, como agravios, insultos y gritos; ya que su vida se ve obstaculizada, limitada y condicionada por la caprichosa sintomatología del cónyuge enfermo. Es por este motivo, que es esperable que la infidelidad o la ruptura de la pareja, se constituya como un acto fantaseado o buscado por ambos partenaires, en tanto presupone un límite necesario y saludable, que pueda poner fin a una situación enfermante, que pareciera, por su reiterada frecuencia, no terminar.
Por lo anteriormente expuesto, resulta conveniente y aconsejable, que el cónyuge que con frecuencia se enferma, revise con un psicoanalista, los motivos de su enfermar, porque tal vez no esté advirtiendo, que con la multiplicidad de sus dolencias egoístas, no sólo se hace daño a sí mismo, sino que puede -por el daño que inconscientemente ejerce sobre su partenaire- poner en riesgo el amor, la vida amorosa y la continuidad de la pareja.